
21 Jul Una mirada más humanista sobre la COVID-19
Ha pasado ya 1 año y 4 meses desde el inicio de la pandemia, acontecimiento que no ha dejado indiferente a nadie y del que me gustaría dejar algunas reflexiones:
En primer lugar los cambios que a título individual nos ha supuesto. Vivimos en un tiempo el cual, independientemente a la pandemia, está en constante cambio. Adaptarse a ellos no es una tarea fácil y aprender a soltar, dejar ir lo viejo, para dar entrada a lo nuevo, puede ser un ejercicio que colisiona en muchas ocasiones con la imagen que tenemos de nosotros mismos y que casa muy poco con quién somos realmente. Decía Krishnamurti, escritor y orador filosófico de origen indio-estadounidense: «Uno puede enseñar matemáticas o dar una información científica, pero en el caso de vivir y analizar dicho fenómeno, no hay maestro». Ya en entradas anteriores he querido resaltar esto, en un proceso de integración del ser, vamos a analizar fenómenos que tienen que ver con nuestra existencia y solo a través de la observación se puede llegar a aprender algo nuevo. El terapeuta no es ningún maestro, sino un facilitador y acompañante durante el proceso.
Vivimos llenos de contradicciones y conflictos internos entre lo que soy en realidad y la falsa identidad que me he construido para estar en el mundo. Y en terapia es precisamente lo que hacemos, analizar juntos la naturaleza de estos conflictos, para que sea el paciente quien a través de un «insight» o «darse cuenta» traiga a su consciencia «lo qué hace» y «cómo lo hace» para alejarse de lo que realmente necesita. Si sentí que no tuve atención o afecto suficiente, busqué la forma de compensar esta carencia a través de acciones que en su momento pudieron funcionar, pero quizás esa estrategia hoy esté desactualizada. A través de la terapia Gestalt vamos actualizando patrones para dejar mecanismos infantiles e iniciar un proceso madurativo que me haga sostenerme por mí mismo, sin depender en un futuro de nadie.
El juego de la mente es demasiado perverso, ya que tiende a aferrarse al pasado y vivir con un exceso de preocupación en el futuro. Desde ahí se pierde todo el potencial necesario para imprimir un «ajuste creativo» a una circunstancia tan novedosa y agresiva como la que nos está tocando vivir. Muchas empresas que se encargaban de fabricar un tipo de género, han aprovechado a adaptar sus cadenas de producción elaborando otros productos que han ayudado a compensar la carencia de mascarillas, gafas protectoras u otros útiles de prevención contra el virus. No solamente han persistido, sino que han realizado un trabajo diferente por el beneficio común. Vivir en el presente tiene unos enormes beneficios, además de ser lo único real que sucede, «el aquí y ahora», ya que tanto un recuerdo, como anticipar un hipotético acontecimiento futuro, no son más que meras proyecciones no carentes de una carga emocional muchas veces compleja de manejar. Ya he mencionado algo sobre «las emociones» en entradas anteriores, siendo estas nuestro principal caballo de batalla cuando no están en armonía con nuestros pensamientos, ni nuestras verdaderas necesidades.
Durante esta pandemia están ocurriendo muchas cosas que han forzado a cambiar hábitos de vida de forma repentina, dando paso a escenarios poco deseables (confinamientos domiciliarios, perimetrales, ERTE’S, ir al trabajo con miedo y ansiedad a contagiarme yo y/o poner en riesgo a otros miembros de mi familia o convivientes, la pérdida de un ser querido sin posibilidad de haberme despedido complicando el proceso de duelo posterior, etc.). Acontecimientos que han supuesto una mayor demanda en los servicios de salud mental. En «Gestaltexplora» te ayudaré a imprimir un ajuste creativo para que puedas convertir una situación adversa en una nueva oportunidad de crecimiento madurativo y de cambio transformador.
Otra particularidad que se está poniendo a cabo con la pandemia, son las carencias del sistema sanitario, la gestión de la misma y su difusión estadística de incidencia, muertos y contagiados a tiempo real en los medios de comunicación. Suele ser más rentable la política del medio como mecanismo de control a masas de población, que la difusión de contenidos que ayuden, no a quitar importancia a la gravedad de la COVID-19, que la tiene, pero si a comprender que forma parte de un proceso biológico que se ha dado anteriormente y que se dará en un futuro, ya que hay virus que se van adaptando entre huéspedes de una misma especie y pueden saltar a otras inclusive al humano, aunque no sea algo habitual. En este caso suscita una enorme alarma social, ya que al ser un patógeno nuevo, el organismo no está dotado de anticuerpos para poderse defender, como lo hiciera contra la gripe u otros ya previamente contraídos. No podemos olvidar la importancia del envejecimiento, el sistema inmunitario y el factor emocional a la hora de poder combatir no solamente la COVID-19, sino innumerables patologías que suponen otras auténticas pandemias a nivel mundial y a las que no se les da tanta popularidad como enfermedades cardiovasculares, el cáncer, la gripe u otros procesos que suponen una elevadísima mortandad en el mundo.
Me centraré en el abordaje sanitario de la pandemia, que ha depositado la solución definitiva en la vacuna, y nada en la concienciación, información y mayor conocimiento de nuestro sistema inmunológico frente a un patógeno. Claro que esto no es responsabilidad únicamente del sistema sanitario, si no de lo extremadamente fóbicos que nos hemos vuelto frente al dolor y el concepto que tenemos sobre la enfermedad. Cuando nos sentimos mal físicamente visitamos al médico y somos los primeros en pedir que nos den algo que calme nuestros síntomas, nos gustaría extirparnos esa parte de nuestro cuerpo que nos está doliendo y queremos volver lo antes posible al estado previo asintomático. Desde esta actitud no somos capaces de entender nuestra enfermedad como un proceso sabio y auto-regulador del organismo en depurar aquello que necesita, ni tampoco el mensaje existencial que toda patología nos trae y que tiene que ver con nosotros, nuestros hábitos y nuestros conflictos emocionales. Por lo tanto estamos perdiendo la oportunidad de conocernos también a través de la enfermedad; suelo decir como terapeuta que en la enfermedad y sus síntomas, tanto físicos como psicológicos asociados a ella, así como el material que podemos extraer de los sueños para trabajar en terapia, son quizás el material más transformador y auténtico del que podamos disponer. En el primero es «el cuerpo», mucho más sabio que la propia mente y en los segundos son proyecciones que el individuo realiza desde un estado «subconsciente», y por lo tanto mucho más auténtico de lo que la persona puede expresar desde la plena consciencia en palabras.
Otro factor y en eso se han empleado a fondo los medios de comunicación en cuanto a la forma, constancia y persistencia de los contenidos, es el «miedo». El miedo es una emoción que resulta positiva cuando sirve para protegernos de un peligro, ponernos a salvo. Pero, ¿Qué ocurre cuando el miedo resulta patológico o atiende a situaciones que aún no se han producido? Estando sometidos a un estrés continuado o a sensaciones de miedo recurrentes a posibles peligros que no representan una amenaza aparente en este momento, pueden llegar a desencadenar crisis de pánico. En ese momento se produce una sobreexcitación en la amígdala del cerebro, situada en el sistema límbico y que se encarga de la integración de las emociones y las respuestas automáticas a diferentes estímulos del exterior, es decir, gracias a ella hemos podido sobrevivir a situaciones de verdadero peligro. Lo que ocurre es que fruto de una sensación de miedo continuada, niveles altos de estrés pueden igualmente activar esta área, conectando con una de las emociones más primitivas, «el miedo». Por tanto, no es una emoción negativa en su justa medida, pero comienza a ser disfuncional cuando hablamos «del miedo al miedo», el afán de control y un exceso de preocupación por un posible peligro futuro inexistente. Hemos de tener en cuenta que el pánico que sufrimos al imaginar o anticipar un peligro que no se ha dado, es exponencialmente mayor que si lo estuviésemos viviendo en la realidad. Esto se produce por el hecho de que algo imaginario no lo puedo manejar, mientras que algo que está sucediendo sí puedo enfrentarme a ello.
Lo más duro de la pandemia sin duda, es cómo muchas personas no han podido despedirse de sus seres queridos. Este hecho puede otorgar una complejidad añadida al proceso de duelo, ya que no ha existido la posibilidad de reparar o cerrar algún asunto que pudiésemos tener pendiente con la persona ya fallecida. Eso no quiere decir que no se pueda realizar posteriormente sin que la persona esté presente. La terapia Gestalt y su enfoque integrativo permite realizar un proceso en el cual trabajemos aquellos aspectos que nos siguen manteniendo vinculados emocionalmente con seres queridos ya ausentes. Un ejemplo de trabajo que yo realizo son «Las figuras parentales», que no es más que un trabajo personal e individual de la persona con aquellos aspectos que tienen que ver con la relación con sus padres y que generalmente determinan en gran medida la estructura de su carácter, llevando a cabo patrones inconscientes a la hora de contactar con lo que nos rodea y con los otros, pero que muchas de esas respuestas están desactualizadas y son en muchas ocasiones disfuncionales. No es necesario para realizar este trabajo residencial que los padres de los asistentes estén vivos o cuál sea la relación actual con ellos, ya que el trabajo es orientado para que la persona pueda darse cuenta y soltar todas aquellas partes heredadas o introyectadas de alguno de sus progenitores que no formen parte de su verdadero ser.
La pandemia por tanto, dentro del dramatismo que se le está dando y las consecuencias a distintos niveles que nos haya podido ocasionar, puede suponer un impasse para pararse y observar de qué cosas quiero desprenderme, que personas quiero seguir o no manteniendo en mi vida o el mensaje existencial que esta experiencia me deja para poner foco y dirección hacia donde necesito realmente orientarme.
Si necesitas que te eche una mano a superar cualquier situación que te esté sobrepasando, ya sea a causa de la pandemia u otra causa distinta,
Te espero.
Gestaltexplora.
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