Qué es la terapia Gestalt – GestaltExplora
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El método Gestalt

EL ORIGEN DE LA TERAPIA GESTALT

A mediados del s. XX, como alternativa al conductismo y al psicoanálisis, surge una nueva corriente psicológica que comienza a tener más en cuenta al paciente, a su potencial y a no centrarse en exclusiva en la psicopatología, que relega a la persona al status de enferma, limitando así su desarrollo y crecimiento.

 

Fue Carls Rogers (psicólogo estadounidense) a mediados del s. XX, junto con Abraham Maslow, quienes proponen una terapia más enfocada en el cliente (que no paciente, cuya acepción ya limita y cosifica a la persona) y sus necesidades de aclimatación, considerando también al entorno que le rodea.

 

El sentido de su existencia se centra en el contacto del individuo con su entorno, donde desde el propio contacto surgen todos los fenómenos psicológicos. Cuando desde el área clínica se tiende a cosificar al paciente encuadrándolo dentro de un posible trastorno, yo me formulo dos preguntas:

¿Se tiene en cuenta el entorno donde esa persona se ha desarrollado? ¿Hasta que punto su sistema relacional está sano?

 

Fundada en los años 40 por Fritz Perls, Laura Perls y Paul Goodman, la terapia Gestalt está dentro de esta nueva rama de la psicología humanista. Se trata de un enfoque novedoso y altamente transformador que a diferencia del conductismo, el psicoanálisis y otras corrientes psicodinámicas, ve a la persona como un todo –El todo es mayor que la suma de todas las partes.

 

Desde esa totalidad la persona será capaz de ver, movilizar y expresar aquello que necesita para satisfacer sus necesidades, que al principio tiene dificultad para identificar. Por ello, se trabaja para ampliar y volver a recomponer su organismo (cuerpo, mente, emoción y espíritu) a su totalidad.

EN QUÉ CONSISTE EL MÉTODO GESTALT

Independientemente de la estructura de carácter, la persona irá tomando conciencia de «qué hace» y «cómo hace», para evitar avanzar a favor de sus propias necesidades. Las carencias afectivas de la infancia que intentaron ser compensadas a través de determinados mecanismos, ya no sirven hoy como adultos, sin ser capaz de darme cuenta que esos mecanismos son interrupciones y bloqueos para contactar con mis verdaderas necesidades.

 

Se trabaja en el «aquí y ahora«, sin obviar el pasado, cuyos recuerdos se traen al momento presente y a través de las sensaciones y emociones que suscitan ir sanando heridas de las relaciones paternofiliales, de las cuales hoy, sin ser conscientes de ellas, seguimos repitiendo innumerables patrones de aquello que no nos permiten madurar.

 

Se trabaja con la sabiduría de los sueños y las polaridades para integrar partes de la personalidad que la persona ha alineado (tirado al cubo de la basura) y no reconoce como propias, preservando así el autoconcepto que generalmente es muy pobre al inicio de la terapia.

Una vez que va integrando e incorporando nuevamente estas partes se va convirtiendo en una persona más entera, más consciente y aflora una mayor sensación de satisfacción, plenitud y libertad.

 

Se da mucha importancia al silencio, a parar, no hacer tanto desde la parte más mental y escuchar ese vacío fértil como forma de contactar con la propia esencia. Una forma de observar nuestros pensamientos como si fuésemos un espectador u observador de nuestra propia existencia.

 

El proceso suele ser más corto a diferencia de una terapia cognitivo-conductual (centrada principalmente en modificar la conducta sin tener en cuenta otros aspectos intrínsecos al ser humano) ya que tras el acompañamiento del terapeuta al principio, la persona va adquiriendo el potencial suficiente para responsabilizarse de sus asuntos y tomar el timón de su propia vida; es decir, se convierte en su propio terapeuta o guía llegando a un punto en que no dependa del terapeuta y pueda por si misma sostenerse sobre sus propios pies.