
12 May Las claves de la terapia Gestalt
Siguiendo con estas entradas aclaratorias sobre el ejercicio de la terapia Gestalt, esta va más allá del plano terapéutico. Podría convertirse en una filosofía de vida, una vez que la persona franquee algunas estructuras rocosas de su carácter y comience a sentir mayores cotas de libertad.
En primer lugar, decir que existe una responsabilidad en cuanto a la elección, no solo del tipo de terapia, sino también del terapeuta que se escoge. Siempre podremos decir: «A mí me lo recomendaron», «Fue mi médico quién me derivó» o «Escogí este porque estaba cerca de mi casa», en cualquier caso, estamos tomando una decisión y nada es fruto de ninguna casualidad, ya que en la naturaleza no existe ningún fenómeno azaroso que surja de forma milagrosa, aunque haya casos que lo parezca. Con esto quiero decir que la Gestalt va permitiendo que la persona asuma su responsabilidad y tome el control consciente de su propia vida, obviamente sin coger más de lo que le corresponda.
Siguiendo el hilo de la anterior entrada, el terapeuta está en el proceso de forma activa, con una mirada lo más limpia, neutra e imparcial posible, libre de todo tipo de juicio y dejándose impregnar con aquello que la persona vuelca. Como persona neurótica igual, el terapeuta no va a poder mantenerse totalmente ajeno a sus propios filtros y al igual que su cliente podrá colocar roles en su facilitador o guía (transferencia), este no estará exento de transferir algo de vuelta que en algún caso podría atascar el proceso (contratransferencia). Poner esto de manifiesto de forma visible, transparente y honesta va a facilitar que la relación vaya realizando un ajuste que favorezca la confianza y el vínculo entre ambos. Se asientan los límites, se reconocen ciertos mecanismos evitativos y cada uno asume una posición más real desde el respeto y la honestidad.
Es un ejemplo de cómo a través de la relación y su proceso el paciente puede reconocer algunos aspectos de sí mismo que desconocía y sin darse cuenta ponía en marcha dando como resultado relaciones insatisfactorias. Claro que no solo es con el terapeuta, con quien este ajuste ha de realizarse en favor del proceso y la continuidad de la terapia, sino que se va a trabajar con muchos otros agentes del entorno relacional del paciente, ya que el sentido y la diferencia con respecto a otros enfoques, se fundamente en la relación de la persona con su entorno. Necesitamos que nuestros pulmones realicen un intercambio con el ambiente, inhalando oxígeno y exhalando dióxido de carbono, por lo tanto, nadie puede poner en duda de que siempre vamos a estar en interrelación con algún elemento, ser vivo o personas que darán sentido a nuestra realidad perceptiva. Es aquí donde se encuentra la principal diferencia entre el enfoque cognitivo-conductual, que se fundamenta en procesos cognitivos o mentales y la conducta desde un plano más estrictamente clínico y la Gestalt que lo aborda desde un sentido interrelacionar, hasta el punto de que uno de los nombres que el matrimonio Perls barajaba para este método era «Terapia de Contacto», que finalmente se decantaron por Terapia Gestalt.
Este enfoque aglutina todo el ser en su totalidad, sin obviar ningún aspecto que pueda ayudar a reconocer el «Qué» y el «Cómo» de cualquier mecanismo, integrando los pensamientos, el cuerpo, las emociones y la energía como el «todo», que da sentido a la interacción del individuo con aquello que entra en contacto para darse cuenta de sus propias limitaciones y comprender mejor la naturaleza de su propia neurosis.
Por ello hay siempre un flujo constante de contacto y retirada que, aunque lo comprendamos desde nuestro carácter como algo polar, no es más que un constante flujo que se ha de desarrollar en armonía, equilibrio y a favor de nuestras verdaderas necesidades. Me refiero al ciclo de la necesidad que muestro a continuación:
Cuando este ciclo se interrumpe a través de lo que en terapia Gestalt se denominan los mecanismos evitativos, dejando pendiente la necesidad y por lo tanto disminuyendo considerablemente la energía vital y el potencial óptimo con que el individuo afronta su día a día. Desde este esquema y la estructura caracterial de la persona es con lo que básicamente vamos a trabajar, ya que en función del carácter la terapia no es exactamente igual, sobre todo al inicio con un rasgo esquizoide, principalmente mental, esquivo y evitativo en el contacto con los demás, que un rasgo histriónico donde su inercia va a ser buscar ser el centro de atención. Véanse mis entradas sobre las tipologías del carácter (Eneagrama) VS Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) por los que la clínica se rige para su correspondiente clasificación.
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Gestaltexplora.
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