El nudismo. La vergüenza de la desnudez – GestaltExplora
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El nudismo. La vergüenza de la desnudez

Hoy desde mi necesidad, voy a escribir acerca de algo que en los últimos días me lleva emergiendo. Se trata del cuerpo y de la práctica del nudismo.

En primer lugar, son pocos los espacios en Madrid, así como en otros muchos lugares de la geografía nacional donde esta práctica es aún poco o nada viable. Es un tema bastante peliagudo, ya que tiene muchas aristas de distinta índole cultural, política, ideológica, moral, histórico-genética, etc., aunque quiero abordarlo aquí, desde el prisma que mejor conozco, que es el de aceptar la desnudez como algo natural de nuestro ser, de aceptación hacia uno mismo y poder disfrutar de la sensación de bienestar que produce estar sin ropa, tal y como cada uno de nosotros vinimos al mundo. Claro que esto no es sencillo de experimentar, si antes al menos no comprendemos los diferentes condicionamientos que generan la sensación de vergüenza al ver o al mostrarnos ante otras personas completamente desnudas.

En el caso de los niños hasta una cierta edad es algo normal e incluso ellos se sienten más a gusto sin ropa, es su estado más natural, así permanecieron durante el período de gestación y así vinieron al mundo; digamos que la ropa es un elemento extraño en ellos aún, puesto que la ropa supone límites y atiende a ciertas normas sociales de las que ellos todavía se mantienen al margen. Es la educación en ese aspecto y cómo los padres manejan este asunto ante sus hijos, lo que puede determinar el grado de aceptación o rechazo hacia su propio cuerpo y su vergüenza al mostrarlo desnudo ante los demás. La cultura es un factor determinante en este sentido y existen y han existido culturas donde han optado por la desnudez como filosofía de vida. Algunas religiones consideran la ausencia de ropa como un camino de despojarse de todo aquello material y mundano, necesario para alcanzar un elevado nivel espiritual. Los jainistas desnudos de la India lo practican como medio de inocuidad, renuncia a todo lo material y por no matar pequeños organismos al lavar la ropa.

Es algo que en las sociedades desarrolladas, en unas más que en otras, impacta de tal forma, que se utiliza la desnudez a modo de ejercer fuertes reivindicaciones y que éstas tengan la mayor repercusión mediática posible (performance que se han hecho en la calle en protesta por el maltrato animal, movilizaciones contra ciertas leyes del aborto y la libertad de las mujeres, espontáneos que salen con alguna pancarta en determinados eventos deportivos, marchas de ciclo nudistas para reivindicar la vulnerabilidad de los ciclistas frente al escaso civismo de los conductores, etc.). Pareciese que no es lo mismo hacerlo vestido, ya que no llamaría la atención de la misma forma, ni se conseguiría el mismo impacto, ni resonancia social. Con estos ejemplos quiero poner en relieve el rechazo general que muchas sociedades tienen hacia la desnudez, visto como algo incívico, sexualizado e incluso perjudicial a los ojos de los menores.

En primer lugar, es muy común otorgar un sentido sexualizado a la desnudez y puede responder al haber crecido en un entorno bastante restrictivo en este sentido. Pongo un ejemplo reciente de mi paso por Granada el año pasado, donde estuve trasladado un tiempo y algunos domingos que bajaba a la playa, me encontraba varias familias junto a sus hijos pequeños, pasando el día todos completamente desnudos. Es muy probable que esos niños si el día de mañana ven un cuerpo desnudo, lo contemplen y lo perciban con mayor naturalidad, libre de juicio y sin connotación sexual asociada, que otras personas que se hayan desarrollado en un ambiente donde la desnudez haya estado mucho más restringida. Estas últimas carecerán de una lente donde naturalice no solo la desnudez de los otros, sino que también es muy probable que rechacen la suya propia, como algo que no es digno de mostrarse. Además de confundir la connotación de normalidad, esencia, naturalidad, libertad, etc., con connotaciones sexuales que no tienen nada que ver con la práctica del nudismo. ¿Acaso miramos a los animales o a las plantas a través de la lente de la sexualidad? En su caso no existe el concepto textil y en cambio a nadie le produce pudor, asco, rechazo o atracción, deseo o excitación, ver a un gato bebiendo agua de un recipiente o a un perro revolcándose por el césped. Por lo tanto, permitámonos el poner esto al menos en duda, ¿Qué hay detrás de mi rechazo a la desnudez? ¿Qué siento o sentiría si tuviese que mostrarme desnuda o desnudo antes otros ojos?

Ya en la biblia nos habla de un paraíso donde no existía ningún tipo de dualidad y donde la desnudez era algo intrínseco a la propia naturaleza, hasta que Adán y Eva se comieron el fruto prohibido, momento en que afloró la sensación de vergüenza al mostrarse desnudos uno frente a otro. Desde un punto de vista histórico, la instauración del patriarcado en la era del Neolítico con la aparición de la agricultura, la domesticación de animales y el sedentarismo, hizo que nuestros valores y formas organizativas cambiasen radicalmente, dando paso a la «familia patriarcal», como principal modelo de agrupación. El hecho de establecer objetivos más ambiciosos que la mera supervivencia, la propiedad privada y la sucesión patrimonial, hicieron aflorar la necesidad de fidelidad entre los cónyuges y muy posiblemente la aparición paulatina y progresiva de sensación de vergüenza al mostrar la desnudez fuera de un contexto familiar ya más acotado y restringido que en etapas anteriores.

En segundo lugar y por ir profundizando, hay innumerables papas que consideran un sacrilegio mostrarse desnudos delante de sus hijos e incluso cuando los bañan, tienen graves reparos a bañarlos enteros, todo el cuerpo, incluidos los genitales, por miedo a cometer un acto incestuoso con su propio hija o hijo. Hay que tener especial cuidado con este asunto, ya que como se suele dar siempre en el contexto terapéutico, los niños no son el problema de nada, si no son el oráculo o catalizador de que hay algo dentro de un sistema relacional que no está o no ha estado funcionando de forma ajustada. Este tipo de actitud frente a los más pequeños no es favorable, ya que todo aquello que es censurado, acallado, restringido, no sabemos de qué forma aflorará en ellos y cómo lo podrán canalizar en un futuro. «Si papá o mamá se tapan o no me dejan entrar mientras se duchan, algo están escondiendo, algo no quieren que vea». También he oído comentarios de tipo: «Como pueden estar desnudos aquí habiendo niños». Esto no deja de ser un espejo de nuestra sociedad aún en un estadio poco madurativo en lo que a la desnudez se refiere y a las complicaciones de diferente índole que puede acarrear a los más pequeños en un futuro próximo. Y otra cuestión, ¿Quiénes de niños sentíamos algún tipo de rechazo, vergüenza, pudor o algo similar al estar desnudos en una piscina o en la playa? ¿Dónde se perdió y en qué momento esto comenzó esto a cambiar?
Bien, hablemos de la vergüenza como emoción, en este caso, obviando otros aspectos que tengan de fondo otros ajustes más severos, la vergüenza es en sí, algo que sentimos cuando creemos que estamos obrando por dejado de unos estándares aceptados socialmente. El hecho de rechazar mi desnudez en sí, y desde lo más obvio, es porque hemos vivido un efecto tabú, «A una cierta edad y acorde a un implícito contrato social, lo correcto es ir vestido». El bebé durante los primeros meses de vida vive lo que en Gestalt llamamos una “confluencia primaria”, que no es mas que la no diferenciación entre “yo” y “tu”, por lo tanto, siente que su madre no es más que una mera extensión de sí mismo. A medida que crece se va desarrollando la idea de diferenciarse del otro e identificar su cuerpo como propio y único, aflorando sensación de pudor. A diferencia de la vergüenza tiene una connotación más positiva, una respuesta del organismo para preservar la propia intimidad.

Va a depender mucho de las experiencias que hayamos experimentado con nuestros padres en este sentido, para mostrar más o menos naturalidad a mostrarnos desnudos.  En cambio, en nuestro mundo desarrollado hay mucho camino por hacer en cuanto a naturalizar el nudismo, ya que la realidad en cuanto a la censura en nuestros días de esta práctica, puede llegar a estar próxima de lo patológico.

Otra cuestión que podría agravar el asunto, aunque sería desviarnos un poco del tema que nos ocupa, son los estándares de belleza que imperan en nuestra sociedad y que desde los medios de comunicación ejercen una enorme influencia social. Hoy en día con las redes sociales, donde tenemos acceso a información ilimitada y de todo tipo, hemos de ser cuidadosos a la hora de discriminar, ya que en muchas ocasiones se produce una sobreindentificación con este tipo de estándares, imposibles de alcanzar y con ello paulatinamente ir construyendo una sensación de rechazo de nuestro propio cuerpo que no casa con el establecido. No sería lo más grave en este caso sentir rechazo a mostrarme desnudo, sino que esto podría derivar peligrosamente en algún otro tipo de trastorno más severo.

Bien, para entender la sensación de vergüenza desde la Gestalt, vamos a ver qué ocurre a nivel de contacto, entre la persona y su entorno. Como ya he mencionado en artículos anteriores el sentido a uno mismo, lo encontramos en la interrelación constante entre el individuo y el entorno donde se desarrolla, ya que siempre vamos a necesitar de un intercambio, como por ejemplo inhalar el oxígeno del ambiente para poder respirar. Por lo tanto, con lo que he comentado referente a la desnudez y la sensación de vergüenza asociada, tiene que ver con una vulneración del código social, que determina en un determinado rango lo que es correcto o incorrecto. En función del sujeto y el contexto donde se haya educado, sumado a sus experiencias y al concepto que tenga de sí mismo, tendríamos lo que en Gestalt llamamos «función personalidad». En cuando a su cuerpo se refiere, el sujeto cuanto más se haya desarrollado en un entorno, el cual el nudismo haya sido algo completamente naturalizado y aceptado en su campo social más próximo, es muy probable que no afloren sentimientos negativos asociados a la vergüenza de mostrarse desnudo. Dentro de su experiencia y sus credenciales al respecto concuerdan con un estándar en el que la desnudez es algo natural, otorga sensación de bienestar, no lleva implícito ninguna connotación sexual y en el plano interpersonal ves al otro de igual a igual, desde la aceptación, sin juicios y donde me acepto y acepto al otro en absoluta igualdad. En este caso la función de (Yo – momento en transcurso – aquí y ahora), no rechazaría o alienaría el hecho de mostrarme sin ropa, siempre que se dé en un contexto propicio, favorable y en espacios que lo justifique. En casos opuestos y ya no refiriéndonos a la vergüenza que genera solo la desnudez, sino sentimientos de vergüenza en general, se trata sin duda de una de las emociones más próximas al «Yo» y más dolorosa que el mismo castigo, con sentimientos de inadecuación, inferioridad y de aniquilamiento psíquico y que vienen precedidas por mensajes que el sujeto ha «introyectado» (no ha discriminado), que han alimentado un concepto de sí mismo inferior, desvalorizado, indigno y que por ende muchos de estos aspectos serán proyectados por el individuo al entorno. Quedaría dañado el sentido de pertenencia al grupo, el ser rechazado, excluido, aislado, posiblemente uno de los miedos más nucleares que podemos sentir el ser humano.

Gestaltexplora.

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